23 ago 2013

Relato de un náufrago

Tener motivos para sonreír , son razones no suficientes para ser feliz, y es que el ser humano vive tras un sueño efímero que a veces llega en forma de regalo omnipotente y otras veces simplemente no llega, son momentos de gozo, regocijo y placer, que ayudan a atiborrar momentáneamente ese vaso existencial con el cual cargamos a nuestras espaldas. Una isla, así comienza esta fatídica historia tan real , como la famosa frase “nada puede ser peor”, que en el instante termina siendo el cuarto clavo a una crucifixión, una muerte anunciada, esa isla desierta es una persona con ganas de salir de lo habitual, escapar de la homogeneidad y el aburrimiento de lo cotidiano, sin embargo fueron más la ganas de dormir las que se apoderaron de mi ser. Dormir, para mi uno de los mayores placeres de la vida, es la cocaína que necesita mi cuerpo, aquella necesidad de mi alma para estar en paz, tanto ocio me convirtió en menos de una semana todo un crítico cineasta, pues observe tantos y números filmes, que me sentía con el poder abrupto de Tarantino, desde ahí pintaba mal mi tiempo de descanso, ya que termine encarnado en lo que no quería ser , algo aburrido.


El náufrago a pesar de contar con agua, trato de salir de allí, y que más que conociendo una persona que lo ayudara, el problema radicó en que aquella persona era un fruto prohibido del edén, mi corazón quedo colgando en sus manos, no sé cómo paso, hoy todavía me cuestiono acerca de eso, y aunque puedo y quiero, no debo, no debo por que hace parte del pasado de un buen amigo mío, si algún día lees esto querido amigo, créeme que no fue mi intención, y aunque suene a parlamento desechado, es cierto , simplemente paso, no puedo pedirle a los ríos que no sigan su afluente, y no sé me perdonaras, yo era uno de los mayores jueces sin título otorgado a este tipo de situaciones, hasta que me pasó, solo sé que esta persona cambio mi perspectiva de vida , relación y de amor, pues la verdad no era muy creyente de estas cosas, ahora creo en él , como creo en el sol saliendo todas las mañanas por un costado de mi ventana, y aunque para la sociedad yo sigo siendo uno, para mi corazón ya somos dos, ella y yo. Estoy en esta isla, pero no estoy solo, tengo la mejor compañía, y mientras tenga esto a mi lado, las brújulas y mapas solo servirán para guiar el camino que ya tengo trazado de su mano.


Julián Mateo Toro Cardona

Universidad De Antioquia
Facultad de Comunicaciones
Cultura Idiomática II